La sesión empieza en Katrunakkar. Hacen sus compras, descansan. Sthlyfaugh se da una vuelta por el Círculo Mágico, Alexandir crea cosas y copia spells. Cuando ya se van a ir, deciden hacer un aegis para cada quién: Alexandir los crea, Belarak y Boram cooperan con los hechizos necesarios.
Finalmente deciden irse a Gerkunakkar. Trámites de aeropuerto: son escaneados, tratados como “criminales”, etc., tanto a la salida como a la llegada. Al entrar a Gerkunakkar les advierten sobre la veda permanente, y queda claro que no les gustan los “turistas”.
Dan una vuelta por la ciudad. No encuentran muchos comercios. Ven una posada, pero no parece demasiado acogedora. Deciden salir de la Corte (la parte habitada). Belarak busca un camino adecuado convertido en águila gigante, y para su sorprresa encuentra una senda bien marcada, con varias huellas, principalmente de pezuñas.
Siguen ese camino. Ven cómo una gran cantera prácticamente rodea la Corte. Llegan a un llano con pastizal muy alto, de 2-3 metros más o menos. Continúan, guiados por Belarak en forma aquilina. Ven poco más allá de sus narices, salvo el druida, que logra vislumbrar manadas de caballos y de venados, varias aves… incluyendo un águila plateada: grande, plateada, majestuosa, claramente se ve que los demás animales se alejan de ella.
En un momento, el druida distingue una formación rocosa extraña. Es pequeña. Decide no arriesgar y hace dar un rodeo a los caminantes. Llega la hora de descansar, y se le acaba el veinte al druida, así que regresa a su forma humanoide.
Durante la tercera guardia (Boram) se escuchan música y risas, que parecen acercarse. Cuando es claro que se aproximan, el paladín despierta a los demás. Después de un tiempo, empiezan a llamarlos… Alexandir contesta, se acerca la “fiesta”: cuatro hombres y dos mujeres, cuatro humanos y dos semielfos (uno de cada género), con botellas y cantimploras y flautas y liras, riendo a carcajadas.
Los invitan a beber. Sólo Alexandir acepta al principio, pero pronto el eldricht knight, el druida y el rogue extrañamente se sienten muy identificados con alguno de los recién llegados: almas gemelas. Eso hace que Sthlyfaugh no pueda rechazar la cantimplora que le ofrece su nuevo amigo. Belarak, sin embargo, a pesar de todo decide que es mejor no beber.
Pasan horas y horas de fiesta, que Alexandir, Sthlyfaugh y los recién llegados disfrutan mucho, pero los hobbits no tanto, sobre todo el paladín. Belarak está ansioso por continuar la marcha, pero quiere que su nuevo amigo lo acompañe. Caminan un poco. Tres han insistido constantemente en que Belarak beba y se una a la fiesta en cuerpo y alma, pero el druida resiste a pesar de que sean tan agradables, especialmente Gustavo, su nuevo gran amigo.
Pero ese mismo afecto hace que no quiera ponerlos en peligro. Son unos borrachos indefensos y ruidosos, a fin de cuentas (aunque también ha notado cómo las uñas de todos son largas y fuertes, incluso filosas). Es muy arriesgado llevarlos al Espolón. Decide conjurar un sátiro que los convenza de que se vayan utilizando su zampoña. El plan resulta exitoso: cuatro se van; dos tratan de convencer al rogue de que los acompañe (uno de ellos es su nuevo gran amigo), y están a punto de lograrlo… el semilelfo siente que nada es tan importante como la camaradería y el solaz, que ha estado perdiendo el tiempo con su esfuerzo y sus preocupaciones, pero de repente recapacita y vuelve a ser quien siempre ha sido. Uno de los fiesteros se empieza a enojar, pero el otro le da un trago y se lo lleva. Poco después, Alexandir, Belarak y Sthlyfaugh se dan cuenta de que fueron influidos de manera sobrenatural para sentirse tan cercanos a esos borrachos perdidos. Intuyen que tal vez hayan estado en peligro.
Caminan una hora y se detienen a descansar otra vez, pues habían sido interrumpidos. Duermen tranquilos, se despiertan, se preparan, continúan. No mucho después, son atacados por unas esferas eléctricas, que se mueven muy rápidamente y se vuelven invisibles después de electrocutar, además de causar un temor sobrenatural.
La situación se ve difícil, pero Alexandir aplica uno de los hechizos que acaba de aprender, cubriendo a las esferas de un polvo dorado, que las delata cuando se hacen invisibles. Entonces logran conectarlas en repetidas ocasiones, ayudados por un leopardo y un tigre conjurados por Belarak. Pronto las esferas deciden huir. Una lo logra, pero la otra cae, después de unos buenos flechazos, bajo las garras del tigre. Ya muerta, se ve que tiene consistencia gelatinosa.
Al terminar el combate, Sthlyfaugh siente el chispazo: ¡sube de nivel! Tiene que hacer su ritual.
Fin de la sesión, en 47 Lluvia 13306.
2100 xp por cabeza