Vigesimoséptima sesión

 

La sesión empieza cuando se disponen a dormir Amaguq, Boram e Icanor, en una pequeña cueva cerca del camino. La noche transcurre sin novedad. Al día siguiente, mientras desayunan, los alcanzan Gared y Haken, finalmente liberados de su letargo “enpícico”.

Icanor, quien recibiera el clásico golpe enrgético el día anterior, permanece todo el día en la cueva asimilando sus nuevos poderes mediante un monólogo surrealista que involucra pollos, monos, etc. Los demás lo cuidan y exploran la zona, que no ofrece mucha variedad: región muy empinada, de roca un tanto suelta, con algunos arbustos esporádicos.

Pernoctan en la misma cueva y, en 21 Lodo, continúan el descenso. No mucho después de salir de la zona más empinada, notan un camino que se desvía hacia el norte. Parece haber sido muy transitado en una época, pero no recientemente. Al llegar la noche buscan otra cueva para dormir.

Al día siguiente bajan el último trecho. Antes de comer escuchan un ruido, como de mucha agua corriente. Poco después pueden ver un río ancho que corre hacia el sur, paralelo a la cordillera. El camino conduce a un puente ancho, de piedra, bien construido y cuidado, con una torre (pequeña) de vigilancia del lado del bosque. Se acercan cautelosamente. Un elfo se asoma y les pregunta por su identidad y sus motivos para estar ahí. Responden mencionando a Anathiel Orlinde, y diciendo que se dirigen a Linovandel. El elfo dice no conocer a Anathiel y les indica el camino al “Enclave”. Les recomienda cautela y que se mantengan con un perfil bajo. Mientras hablan con él, detectan otros rostros que los observan a través de las aspilleras que hay en las almenas.

Se dirigen entonces hacia el Enclave. Ya es hora de comer. Después de unos tres cuartos de hora llegan a un pueblo amurallado. La muralla es de madera, pero no está cortada y parece viva; da la impresión de que alguien la hubiera moldeado como quien trabaja con barro o plastilina. En la puerta hay dos guardias con plate mail, acompañados de un oso y un gran ciervo, quienes usan studded leather.

Después de cuestionarlos brevemente, los guardias los dejan entrar. Advierten que dentro del Enclave está prohibido desenvainar cualquier arma y utilizar magia que haga daño o influya en la mente de otros, salvo si es con el fin de defender el Enclave de enemigos externos. Les recomiendan que no hagan exhibiciones aparatosas de magia y que, en general, anden tranquilos. Les indican que deben reportarse inmediatamente con Amina, supervisora del Enclave, quien se encuentra en un árbol enorme, en el centro de la zona amurallada.

Se dirigen al árbol. La gente los observa con cierta curiosidad. La mayoría van armados con arco y alguna hoja. Notan que hay algunos siguiéndolos discretamente, asegurando que vayan hacia el árbol. Al pie del árbol los reciben unos guardias. Uno sube por una cuerda que es jalada de alguna manera. Los animales permanecen amarrados abajo y todos suben, algunos por el elevador y otros por las escaleras, también como moldeadas en el árbol. Amina los recibe con cierta frialdad, en un gran hueco del árbol. Repite las reglas y las recomendaciones de los guardias. Indica la localización del “almacén” y la posada.

A pesar del hambre, la fiebre de shopping se impone y van al almacén. Los recibe un elfo amable, quien les muestra varios objetos. Gared compra una ballesta de mano. Amaguq juega con una cimitarra, que es de buena calidad pero no mejor que la suya, según su juicio, y vende una espada bastarda. Preguntan por objetos mágicos… la cara del elfo cambia, voltea alrededor para ver si están solos y les indica que se dirijan con Balindoberi, y que lo hagan discretamente, sin conocimiento de Amina.

Mientras los demás hacen sus compras y aprecian los bienes del almacén, Icanor visita a Balindoberi. Es un elfo tranquilo, quien se ríe del celo de Amina y de sus pretensiones de “gran señora”. Le dice a Icanor que puede volver mágico su arco por el precio de 2000 gp, y que se tarda un día. Icanor regresa al almacén, fuera del cual está Petrona; extrae el tesoro común y empieza a contar 1400 gp, lo que le falta para completar. Cuando salen los demás, lo encuentran contando dinero. Les explica para qué es. Boram protesta, pero nadie lo apoya. Acompañan a Icanor, quien deja el arco y el dinero. Conocen así todos al mago “rebelde”.

Ya muertos de hambre y bastante cansados se dirigen a la posada. Notan que en el pueblo hay varios animales, algunos con armadura. Entre otros, ven a un lobo y un conejo grande caminando juntos. En la posada los recibe un halfling amable y conversador, quien les sirve comida vegetariana, les dice que está prohibido comer animales y les recomienda que no mencionen su gusto por ese alimento dentro del Enclave. Toman una jarra de vino de la casa, salvo Gared, que pide cerveza. Las bebidas tienen poco alcohol, pero hay algo más que produce un efecto particular, relajante pero no embrutecedor. El posadero indica que los animales deben permanecer amarrados, y advierte que si su lobo lastima a otro animal, estarán en graves problemas.

El lugar está vacío, salvo por un elfo que parece dormir sobre una mesa. Abre los ojos, los llama “hermano” con un tono amoroso pero que encierra cierta lástima hacia las “razas inf… eh, hum… mortales”, según sus propias palabras. Bebe con ellos y les recomienda el vino miel-de-melón. Después de que se retira, el grupo compra una botella de dicho elíxir. Es caro y tiene un efecto ensoñador: quiere uno cerrar los ojos, y entonces experimenta imágenes y sensaciones muy vívidas, pero que se saben falsas; al abrir los ojos, regresa uno inmediatamente a la realidad.

Amaguq quiere mandar curtir la piel del dragón. El posadero le indica el lugar adecuado: la única casa de piedra dentro del Enclave. Al llegar, el semielfo observa una casa estilo vinlandés, con patio al centro y portal al frente. En dicho portal están sentados un humano y un centauro, comiendo, bebiendo y platicando. Se ve que se llevan bien y un poco pesado. El humano se ríe del “hadismo” del centauro, quien se burla de la cerrazón mental del humano.

Ese humano, de nombre Goyo Panus, indica a Amaguq que debe mostrar la piel a Amina antes de mandarla curtir. La supervisora del Enclave se muestra satisfecha, casi contenta, y propone al semi-elfo que vaya con sus amigos a revisar la guarida del monstruo, pues antes eran dos pero últimamente se ha visto sólo uno. Le muestra a lo lejos la montaña en cuya cima se encuentra dicha guarida, y ofrece 1500 gp por la misión. Amaguq dice que lo hablará con el grupo; después lleva la piel a Goyo, quien asegura tenerla lista en una semana.

Enseñan al posadero los objetos litúrgicos de plata tomados de la cripta, y éste les recomienda que vayan con el anticuario. Ya es de noche. Al llegar, no se ve luz ni movimiento. Regresan a la posada para descansar.

Fin de la sesión, en la noche de 22 Lodo 13306.

100 XP por cabeza, por la mini-aventura “Conocer el Enclave”.

 

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Masteraje

Occidente de Mojiganga (26-30)

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