Sesión 133

 

La sesión empieza cuando Icanor, vestido con una fina pero maltratada bata de seda de color magenta, acaba de narrar las peripecias que le acontecieron junto con su hijo adoptivo Jorgito, quien está ataviado con una bata similar pero de color verde pistache, además de un sombrero con lunas y estrellas y una varita que siempre trae en la mano. Parece increíble que hayan sobrevivido en los túneles de esa zona y que hayan encontrado a los cristalacranes, que los alimentaron cuando estaban al borde de la inanición. Realmente suena a una suerte fuera de serie, a menos que haya habido intervención divina…

Entonces Alexandir insiste en que el troll (que Icanor cree que es una orca) está bajo su control, y que se lo llevarán de ahí para siempre. Icanor, tras consultarlo con Jorgito, accede gustoso, puntualizando que “la orca” debe jurar nunca comer cristalacrán otra vez ni regresar a esa zona. El arquero arcano comenta entonces que el “plano con venados” está cerca de su casa, así que Icanor debe dirigirse hacia allá, y el paladín accede a hacerlo cuando se regularice la situación y esté asegurado el bienestar de sus actuales súbditos.

Mientras tanto, Agra constata que la cama de monedas de oro donde aparentemente duermen Icanor y Jorgito debe tener un valor considerable. Miztli, quien no se enterara de la conversación anterior por haber tenido lugar en vinlandés, trata de regañar a Jorgito por no haberlos ido a rescatar, pero éste responde que no sabían ni quiénes eran ni dónde estaban, ¿cómo entonces podrían haberlos rescatado, y por qué razón habrían querido hacerlo? Cae entonces el clérigo en la cuenta de que Alexandir no se llama realmente Alexandir…

Después, el hermano mayor trata de convencer a Icanor y a Jorgito de que éste último acuda a la universidad, pero el rey de los cristalacranes afirma que no es momento aún, pues el niño (a quien considera un aguilucho) es muy chico y todavía no tiene alas ni pezuñas. El kóbold dice que su papá le indicará cuando deba asistir, pues se trata de un elegido de las águilas y además es su papá. Alexandir menciona entonces al ojo que terminara con Quetzalli y Sr. Loro, lo que maravilla a Icanor y llena de suspicacia a Jorgito. Mientras está convenciéndolos de que les ayuden a terminar con semejante aberración, y enterándose a su vez de que los cristalacranes hablan terran, se escucha un estruendo atronador procedente del pasaje por el cual llegaran, que no es más que el eructo final del buen Gordobán, que acaba de zamparse lo que constituiría una buena comida para quince enanos.

Icanor, Jorgito y sus súbditos se alarman y se ponen en guardia, mientras el paladín pide a su hermano “Aiunx” que controle a su orca y la haga jurar. Entonces el grupo se dirige al encuentro del troll para convencerlo de que les ayude a terminar con el ojo y acceda a ser después conducido al Plano de los Torneos, que para él sería el “Plano de la Comida Interminable”.

Al principio, Gordobán parece incrédulo, pero ante la evidencia de que tienen un saco de donde extraen cantidades exorbitantes de comida, termina aceptando la realidad y expresa su deseo de ir allá. Le comunican que antes deben matar al ojo, a lo que responde que él los esperará en donde están, comiendo cucarachas, y les recomienda que tengan cuidado. Entonces tratan de convencerlo de que el ojo impide su partida a ese lugar paradisiaco, además de tener secuestrado al “rey de los dragones”… pero resulta demasiado, el gigantón no lo cree y se vuelve suspicaz: hay gato encerrado, pues nadie da comida por nada. Se molesta consigo mismo por haber sido tan ingenuo y se pone de mal humor. Afirma que prefiere quedarse comiendo cucarachas que “ir a matar al ojo y luego no sé qué”.

Miztli pierde la paciencia y le dice que no puede comer cucaracha bajo pena de muerte, a lo que Gordobán responde que él come lo que quiera, cuando quiera; luego se pone de pie, en guardia. El enano le recuerda que si no le hubieran regresado su fuerza, estaría muerto, pero el troll replica que hicieron un trato: él los llevaba y ellos le daban comida, y ahora lo quiere andar mangoneando. Acto seguido, se da la vuelta y se retira.

Mientras el grupo está decidiendo qué hacer, se escucha un estruendo como de una trompeta gigante y un olor fétido inunda el túnel. El olor aumenta en intensidad hasta que, tras algunos minutos, Gordobán reaparece, con cara de satisfacción. Agra se asoma y distingue un mojón donde él podría literalmente ahogarse. El troll, tras volver, recibe nuevamente la propuesta de ayudar a matar al ojo, pero la rechaza y, provocador, dice que los esperará comiendo botana, tras lo cual continúa ampliando el túnel para poder pasar con facilidad.

En cuanto empieza a excavar, Icanor, Jorgito y los cristalacranes se ponen en guardia, mientras el primero advierte a “Aiunx” que matará a “su orca” si no la controla. Entonces el mago toma una decisión: se castea greater invisibility, se aproxima volando y lanza un ray of enfeeblement quickeneado a Gordobán. Sthlyfaugh, que está parado junto al gigante, trata de calmar las cosas, pero el descomunal monstruo lo conecta con una mordida y dos zarpazos, además de desgarrar su caja torácica con las manos que tiene ensartadas en el pobre semielfo, quien no cae gracias a su rogue resilience.

Comienza entonces la batalla. Icanor y su corte permanecen en guardia pero no atacan, a instancias de Alexandir. Sthlyfaugh activa su anillo y huye hacia la guarida de los cristalacranes. Agra pasa un par de turnos tratando de intimidar al monstruo para que no huya, lo que resulta difícil mientras sus propios amigos lo están vapuleando, y finalmente tira un cimitarrazo pero no logra penetrar el grueso cuero del troll. Miztli conjura una avispa gigante, que cae con el ataque de oportunidad al aproximarse, y después cura al malherido shadowdancer. Alexandir continúa bajándole la fuerza a Gordobán con sus rayitos, haciéndole perder la concentración y evitando la aparición de la roca animada, pero el gigante se retira tras tratar infructuosamente de afectar mágicamente a Agra y… genera un terremoto repentino, como hiciera dos días antes, colapsando el túnel donde se encuentran los aventureros y gran parte de la cámara donde habitaban los cristalacranes.

Comienza entonces la ardua tarea de emerger del derrumbe. Alexandir lo hace en forma de elemental de tierra, Miztli ayudado por su freedom of movement y Sthlyfaugh echando mano de sus artes de escapista, pero Agra queda varado y su movimiento es extremadamente lento. En su recorrido subterráneo, Alexandir y Miztli encuentran a Icanor, que llora junto al cuerpo destrozado de Jorgito. El mago conjura un elemental de tierra para que los ayude a salir.

Una vez libres en un breve espacio que no se colapsó, después de que Alexandir fuera a rescatar a Agra, Icanor le reclama a su hermano que sólo llegó a destruir todo: murieron muchos súbditos, murió Jorgito, se colapsó toda la guarida… En la conversación que sigue, se enteran de que los terremotos naturales son un poco menos repentinos que los generados por troles, de que los cristalacranes tienen cierta forma de teletransportación y de que lo único que les interesa a esos bichos es darle vida a otros cristales. También de que “la orca” nunca hace lo que hizo ahora: ni excavar los estrechos túneles de los cristalinos ni provocar derrumbes. A partir de dicha información, y recordando el gran cuidado que ponía Gordobán para no asustar a “las cucarachas”, concluyen que si los troles llegaran abiertamente excavando, no alcanzarían a los bichitos, así que deben acecharlos de alguna manera.

Alexandir trata de calmar a Icanor, diciéndole que pueden revivir a Jorgito con magia, pero en otro lugar. El muchacho está muy molesto, pero se aferra a cualquier atisbo de esperanza, así que replica que, si realmente pueden hacerlo, procedan, mientras él ayuda a sus súbditos supervivientes a encontrar una nueva morada.

El mago trata de envolver a su hermano con argumentos retorcidos, pero el jovenzuelo está demasiado dolido por lo que acaba de acontecer y afirma que sólo hará lo que Sr. Águila le diga a él personalmente, a través de los sueños. Entonces Miztli se presenta como paladín de Uri y clérigo de Vilangaya, mostrando sus símbolos sagrados. Icanor no puede creerlo: ¡otro alumno de Sr. Águila! Sin embargo, el enano comienza por culparlo de lo sucedido debido a su mala memoria, así que el muchacho se indigna hasta la médula, le espeta que jamás habló con él y lo acusa de ser un impostor, un falso aguilista.

La situación se complica. Alexandir comienza una alabanza improvisada a “los dioses”, mientras Sthlyfaugh le sigue la corriente y Miztli los mira extrañado. Luego el semielfo, estandarte en mano, pide a Icanor que se una a su grupo, pero éste rehúsa. Entonces, considerando que toda paciencia tiene un límite, el clérigo encara al imberbe joven y, en actitud completamente paladinezca (no mentir ni engañar), le dice abiertamente que él juró regresarlo a la ACA y que lo va a cumplir, indicando además que los compromisos deben respetarse y que Icanor se comprometió a permanecer ahí. Nuevamente se entera el enano de una pieza de información que su ignorancia del vinlandés le había impedido adquirir: el muchacho creía estar en un hotel donde lo habían invitado a quedarse mientras salía el crucero que lo llevaría con sus amigos, pero el crucero tardó mucho y Sr. Águila le dio indicaciones, tenían entonces que partir pero los hirvientes del hotel no entendían, hasta que finalmente Jorgito encontró una solución y se fueron. Él nunca se comprometió, no regresará y, si ellos lo quieren llevar ahí, no quiere saber nada de ellos. Sólo llevaron destrucción a ese lugar.

El grupo delibera e Icanor interviene con trivialidades o sinsentidos, así que Alexandir lo calla varias veces. Discurren profundamente, pues la cosa no está fácil. De repente, Icanor empieza a meterse entre los escombros, arrastrando el cadáver de Jorgito. No le hacen mucho caso, hasta que caen en la cuenta de que llevan ya al menos un minuto sin verlo. Lo llaman y contesta, despidiéndose, con un grito que apenas alcanzan a percibir. Se meten Alexandir, Miztli y Sthlyfaugh, para llegar medio minuto después a un túnel angosto, no colapsado, que abre hacia el sur (del mapa). No hay rastro del muchacho, pero alcanzan a ver un cristalacrán que se retira al notarlos…

Fin de la sesión, a las 16:00 de 11 Horno 13306.

2000 xp por cabeza

Total: 260,282

Comentario

1) Experiencia reducida porque se les colapsó la situación, literalmente. Ya conocían al troll, su personalidad y, sobre todo, sus capacidades y su estrategia…

2) Les recuerdo el divination de Miztli:

Pregunta: “Vilangaya, guíanos por el camino mas rápido posible para llegar al paladin Icanor, el hermano de Alexandir, aquí presente.”

Respuesta: “Sigue el camino donde encontraron un rastro. Un gran peligro puede transformarse en una guía, es un arma de dos filos. Y recuerda que no todo es lo que parece ser.”

Creo que es buena idea apuntar esas cosas para poderlas revisar y reinterpretar conforme vayan teniendo más información. En este caso, “gran peligro” y “arma de dos filos” cayeron en el olvido, y “una guía” se convirtió en “un aliado” en el inconsciente colectivo papachongo. Además, tal vez “no todo es lo que parece ser” no se refiera únicamente a las ilusiones…

 

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